viernes, 14 de noviembre de 2008

Mad Men, un pasado que vuelve

Nadie tiene ninguna duda, actualmente para disfrutar de una buena historia lo más cómodo y rápido es cerrar el libro que tienes entre las manos y encender la televisión; sí, la televisión, porque estamos en la Edad de Oro de la Televisión. Las series son actualmente lo que la novela fue en el siglo XIX; nos acercan a mundos en los que vivimos, o al pasado, o mundos que sólo podemos imaginar, y encima nos emocionan y entretienen. Y que nadie se alarme por esperar ansiosamente cada semana su serie, emocionarse cada día cuando suena la sintonía de la cabecera de su serie, porque también Dickens y Dumas publicaban sus novelas por entregas.

La confirmación del éxito de las series llegó este año cuando la serie Mad Men (emitida en EEUU por AMC), que podemos ver en Canal +, ganó el Globo de Oro y el Emmy a la mejor serie del año, la serie de culto, la heredera de Los Soprano. Pero ¿qué tiene Mad Men para conseguir que los espectadores se sienten cada noche en su butaca, asegurándose que nadie los vaya a interrumpir durante aproximadamente 47 minutos, meterse a fondo en la historia, tomársela realmente tan en serio?
Mad Men se desarrolla como una película de Billy Wilder, en una agencia de publicidad de Madison Avenue en los años sesenta, centrándose en la vida profesional y personal de los empleados egoístas, ambiciosos y competitivos, personajes todos muy bien definidos y diferentes entre ellos. Pero además, la serie premia por su gran ambientación y fotografía, - exquisitos escenarios y vestuario, y una influencia de las mujeres (secretarias, esposas y amantes) que viven en una sociedad sexista– un conjunto que nos transmite esta estética necesaria e importante. Y de fondo, la sociedad hipócrita americana de los principios de los sesenta, aquella que intenta vender al mundo su progreso.

Pero no es sólo una serie muy bien adornada y empaquetada (con mucho alcohol y tabaco), sino que transmite realidad sin oler a naftalina, a diferencia de la serie Cuéntame, por eso nos engancha, sus personajes con sus conflictos, situaciones que siguen teniendo sentido en el mundo de hoy: tiburones, esposas perfectas, trepas, inconformistas, rebeldes… los mismos personajes de siempre pero en su lado más tenebroso e inquietante.

Destacando por encima de todos el papel del protagonista Don Draper -interpretado por el desconocido actor John Hamm, con una estupenda interpretación y lleno de magnetismo sexual- que podría pasar sólo como director creativo de Sterling Cooper, pero además de su empleo, tenemos sus affairs y el hecho de ocultar aquello que fue en el pasado; tramas complejas, que a medida que crecen nos atan.

Mad Men ha sido una serie discreta en las audencias, puede que muchos la encuentren lenta y aburrida, pero todo en ella está cuidado hasta el detalle -como en una buena campaña publicitaria de Channel- para el deleite de los espectadores más exquisitos, porque es elegante y cool, pero sin estar vacía, ni ser aburrida, simplemente que no es apta para todos los paladares. Es buena, muy buena. Y sino, decirme que sentís sólo después de ver los maravillosos títulos de crédito, porque yo esperaré la segunda temporada semana tras semana frente al televisor.

4 comentarios:

Nelo dijo...

Creo que está entre mis series preferidas. Y lo curioso es ver lo que ha evolucionado el mundo de la publicidad y lo poco que ha cambiado.

rake dijo...

Querido LasnavesardiendomasalladeOrion:

soy una fan de esta serie desde el primer capítulo y espero con ansia la segunda temporada. A veces las historias son un poco lentas, incluso flojas, pero la escenografía me hipnotiza. Y que se pasen todo el capítulo fumando y bebiendo también.

Muy buena elección para tu primera intervención, aunque CHANEL es con una sola N, por el amor de Diorrr.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con la introducción al artículo. Las series están ganando en calidad y son el entretenimiento por excelencia. Y son también el tema de conversación preferido con los colegas del trabajo.

Sense Traça dijo...

Yo me declaro adicta a las series, cierto. En la tele es lo único decente que hay y la mayoría son de una calidad envidiable. Lástima que casi todas las buenas (o todas) sean extranjeras.