jueves, 22 de enero de 2009

Tres Sombras de Cyril Pedrosa

Tres sombras es una gran metáfora construida sobre el viaje de un padre y un hijo. En realidad, es un tebeo de aventuras, el relato de un viaje en el que los protagonistas se enfrentan a innumerables peligros e incontables fatigas en mundos desconocidos. También es una fábula hermosa y terrible, tejida con la emoción a flor de piel. Porque las metáforas son poderosas, palancas que pueden mover con facilidad los complicados resortes del alma. Como decía Milan Kundera, “las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora.” Leyendo Tres sombras he vibrado con las aventuras de este padre y este hijo. También he llorado, arrebatado por la emoción sincera y profunda del relato.

Otra delicia de Tres sombras es su gráfica. En blanco y negro, con predominio de la línea, recoge quizás la tradición expresiva del dibujo de los “cartoon” animados clásicos, pero llevándola hasta una poética muy personal, más íntima, más emotiva. La línea, clara y fluida, se mueve en multitud de registros a lo largo de la historia: ahora delimitando nítidamente las figuras con tinta, ahora manteniéndose en los borrones del grafito, ahora usando la fuerza de un pincel más grueso. Los personajes y el ritmo de sus movimientos construyen en cada viñeta una composición se diría que pictórica. El dibujo es detallista y hermoso desde los rincones del encuadre hasta la composición de cada página. Uno se embelesa sencillamente de pasear los ojos por las páginas del álbum, por un dibujo realizado con tanto cariño como el propio relato.

No quisiera desgranar cada uno de los momentos meritorios de esta fábula, porque rompería la emoción y la sorpresa de la primera lectura. Pero Tres sombras es sin duda una de las grandes piezas de la historieta contemporánea. También lo entiende así el Festival de Angoulême, el evento historietístico más importante de Europa, que lo seleccionó entre sus “esenciales”. Tres sombras es un álbum para disfrutar en condiciones, repantigado en un sillón, con un té caliente, dejándose secuestrar sin prisas…

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