En pl
ena época de aluvión de
blokbusters, ya que en el último mes han llegado a nuestras pantallas taquillazos de la talla de
X-Men Orígenes: Lobezno,
Star Trek o
Ángeles y demonios - que por cierto aún no ha soltado el primer puesto en recaudación y se ha convertido en la película más taquillera de lo que llevamos de 2009 - llega esta semana uno de los estrenos más esperados del año - otro más -, que muy posiblemente se encarame al primer puesto del
Box Office y no lo suelte hasta la llegada de la no menos esperada
Harry Potter y el Misterio del Príncipe - 15 de Julio
-. Estamos hablando de
Terminator Salvation. Se diría oficialmente que ésta es la cuarta entrega de la saga Terminator, por más que yo reniegue profundamente de la lamentable tercera parte, un infame producto propagandístico al servicio del Arnold Schwarzenegger futuro Gobernador de California cuyo único objetivo fue retirarse de su personaje más emblemático salvando a la humanidad en una gran producción. Olvidando esta desafortunada tercera parte, estamos hablando de dos películas -
Terminator (1984) y Terminator 2 (1991) - que para mí suponen un hito indispensable en la historia de la ciencia-ficción de las últimas décadas. La primera
Terminator supuso una interesantísima revisión del mejor cine de hombre vs. máquina recogiendo gran parte de los recursos estilísticos de clásicos imprescindibles como
Blade Runner o
2001: Una odisea en el espacio, y suponía una película de referencia de un todavía desconocido director, James Cameron, que rodaba un título clave con muy poco presupuesto y un actor semidesconocido de nombre casi impronunciable. Su secuela, que llegaría al inicio de la siguiente década:
Terminator 2, esta vez con presupuesto más holgado, se concebía casi como un
remake de la primera, en estructura, guión y paralelismos metadiscursivos, y se convirtió en uno de esos ejemplos que ya se utilizan para rebatir el célebre "Segundas partes nunca fueron buenas". El hito en el género de la ciencia-ficción de los noventa que marcó
Terminator 2 no fue desbancado hasta siete años después, con la llegada de la ya mítica
Matrix que renovaría estilísticamente los usos y las formas de este tipo de cine. Con todo ello, llega ahora
Terminator Salvation, mucho más cercana a estas dos primeras que a la indigna tercera parte. Sin embargo, no está ni mucho menos a la altura de las originales, lo que la sitúa en un interesante y cómodo punto medio de la saga. Como me niego rotundamente a intentar explicar la trama espacio-temporal de la saga - algo con lo que podría escribirse un tratado - simplemente me remitiré a que se sitúa en el año 2018, en el post-holocausto en que las máquinas han tomado el control del planeta y han iniciado el exterminio de la humanidad. Sólo un pequeño grupo de la resistencia les hace frente, y su líder es, obviamente, John Connor, interpretado esta vez por un Christian Bale - reclamo actoral del filme - a quien, sinceramente, yo le veo más ajustado en el papel de las recientes Batman de Nolan que aquí. La película funciona como un curioso batiburrillo de
Transformers, por aquello de que ahora hay "mototerminators", "miniterminators", "terminators que se transforman en aviones"...,
Salvar al soldado Ryan, por el evidente contexto bélico de la cinta y por el hecho de que el objetivo de John Connor enmedio de este entuerto sea encontrar a su padre y salvarlo; y
El amanecer de lo muertos, pues este escenario apocalíptico, con nuevos engendros medio humanos-medio máquinas vagando por territorios devastados nos recuerda en ocasiones al cine de zombies del mítico George A. Romero. Dicho esto, encontraremos en
Terminator Salvation elementos de suficiente interés como para encontrarla entretenida y conferirla una opción recomendable, toda vez McG, director de esta entrega - que en su discutible curriculum tiene la dirección de las dos películas de
Los Ángeles de Charlie y la producción de series como
O.C. - está a años luz de James Cameron, y eso se nota. No faltan tampoco guiños a los fans de la saga - entre quienes me incluyo, si aceptamos como saga sólo a las dos primeras... - como la primera aparición de John Connor pisando un cráneo endoesquelético de
Terminator - referencia simétrica a las primeras imágenes de la saga cuando las máquinas destrozaban cráneos humanos - o incluso citas célebres como: "Volveré", "Ven conmigo si quieres vivir" o aquella insalvable pregunta tan
Terminator como "A qué estamos hoy?... ¡De qué año!"
También interesantes son las otras dos opciones que nos llegan este fin de semana. Se
estrena la producción francesa
Coco, de la rebedía a la leyenda de Chanel, como siempre mucho mejor en su título original
Coco Avant Chanel, que explica precisamente eso, cómo era Coco antes de ser Chanel. La película se sitúa a finales de siglo XIX, principios del XIX, con la muerte prematura por tuberculosis de la madre de Gabrielle Channel - que éste es su nombre verdadero -, dejándola huérfana a los 12 años. Ante el desinterés de su padre, es internada en un orfanato, y con una adolescencia difícil, se convierte en una veinteañera que actúa en un cabaret de mala muerte cantando la canción "Qui a vu Coco dans l'Trocadero" - de donde sacará su famoso nombre. Un día, a lo
Pretty Woman de época, un adinerado vividor le ofrece que se vaya con él, para introducirla en las élites sociales de la Francia de la época. Así, este hombre se convierte en su amante y protector, y la joven Coco Chanel empieza a ver en las vestimentas de las mujeres de la alta sociedad una oportunidad de transgredir los oxidados arquetipos de la moda de entonces, pues ella, de modo autodidacta, se defiende con las tijeras y el hilo. El principal problema de la película reside en que se limita a reflejar el triángulo amoroso que pronto aparecerá cuando Coco se enamora de un jugador de polo al que conocerá en uno de sus numerosos encuentros sociales, y huirá del intento de retratar la historia de la moda de la época, como cabría esperar en un título de estas características. Sólo al final, en la escena del desfile, veremos un poco de cómo, precisamente, Coco se convierte en Chanel. Por cierto, que la actriz elegida para dar vida a este icono de la moda es Audrey -
Amélie - Tautou, que por lo visto tiene un asombroso parecido con la Coco de entonces.