martes, 9 de junio de 2009

Psicología: Inteligencia emocional

INTELIGENCIA EMOCIONAL


“El término inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Se trata de un término que engloba habilidades muy distintas-aunque complementarias-a la inteligencia académica, la capacidad exclusivamente cognitiva medida por el cociente intelectual…” (Daniel Goleman)

La inteligencia emocional es considerada como una habilidad que nos permite comprender nuestras emociones y las emociones de los demás, a parte nos ayuda a mantener relaciones sociales sanas y estables a lo largo del tiempo.

El hecho de poseer inteligencia emocional nos puede predecir un futuro éxito personal y profesional. Ya que el éxito personal y profesional no depende solamente de la inteligencia académica, existen variables emocionales y sociales que llegan a ser incluso más importantes que la propia inteligencia. La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender las emociones de los demás, tolerar las presiones y frustraciones de la vida, manejar bien las emociones y tener relaciones más productivas con quienes nos rodean. Engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, el entusiasmo, la perseverancia o la empatía.

La inteligencia emocional puede ser aprendida.

Lo primero y más importante para mantener o conseguir una alta inteligencia emocional es darse cuenta de los propios sentimientos, conocerse a uno mismo. Esto quiere decir ser consciente de nuestros estados de ánimo y de los pensamientos que tenemos acerca de esos estados de ánimo y en el caso de ser negativos, cambiarlos.

La comprensión de los sentimientos de uno mismo, tiene un gran efecto sobre las emociones negativas, porque nos ayuda a deshacernos de ellas y a que no nos afecten emocionalmente.

Las personas conscientes de sí mismas suelen ser personas autónomas y seguras, personas psicológicamente sanas que tienden a tener una visión positiva de la vida. Son personas que cuando caen en un estado de ánimo negativo, no le dan vueltas obsesivamente, son personas con pensamientos positivos y actitudes positivas que repercuten en sus actos y en sus relaciones personales y laborales.

Las personas no conscientes de sí mismas son personas que están “atrapadas en sus propias emociones” son personas que suelen sentirse desbordadas por sus emociones, incapaces de escapar de ellas. Suelen ser personas volubles que sienten que no pueden controlar su vida emocional y no tratan de escapar de los estados de ánimo negativos.

Otro punto importante en la inteligencia emocional es el grado de optimismo de una persona. Un elevado grado de optimismo hace que tengamos las expectativas sobre cualquier cosa que nos planteemos, elevadas. Que nos sintamos capaces de salir de cualquier situación o resolver todos los problemas que se nos planteen; mientras que quizás otras personas, aunque posiblemente con coeficientes de inteligencia académica muy elevados, pero baja inteligencia emocional; al presentarse la situación problemática disminuyen rápidamente su nivel de expectativa, se sienten incapaces de lograr sus objetivos y tiran la toalla.

Una persona con una alta inteligencia emocional, tiene una visión optimista de la vida que le ayuda a levantarse todas las veces que “cae” y “salir” con más fuerza y más ganas. Estas personas destacan por su capacidad para motivarse a ellos mismos, de sentirse “válidos”, de saber descomponer una tarea difícil en varias más sencillas, de ser lo suficientemente flexibles como para encontrar formas diferentes de alcanzar sus objetivos. También destacan por un alto grado de esperanza que les ayuda a no rendirse a emociones negativas, ya que suelen ser personas que tienen una fuerte expectativa de que las cosas irán bien a pesar de los contratiempos. Esta es una actitud que impide caer en la apatía, depresión, etc.

Seligman define al optimismo en función de la forma en que la gente se explica a si misma sus éxitos y sus fracasos. Los optimistas consideran que los fracasos se deben a algo que puede cambiarse y, así, en la siguiente ocasión en la que afronten una situación parecida pueden llegar a triunfar. Los pesimistas, por el contrario, se echan las culpas de sus fracasos, atribuyéndolos a alguna característica propia que se ven incapaces de modificar. Estos distintos pensamientos tienen consecuencias muy profundas en la forma de hacer frente a la vida. En general, parece que las personas optimistas tienden a tener mejor humor, a ser más perseverantes y exitosos e, incluso, a tener mejor estado de salud física.

El optimismo y la esperanza, al igual que la impotencia y la desesperación, pueden aprenderse.

La inteligencia emocional es un factor importante a tener en cuenta, ya que nos ayuda a ser equilibrados, a controlar nuestras emociones y reacciones emocionales, a tener sentimientos positivos, a conocernos a nosotros mismos y a automotivarnos.

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