Olvido montones nunca fue como las demás, solo a veces como todas, pero con un poco de suerte supo salir airosa de los agujeros que poblaban el planeta en invierno y se mostró fuerte ante las envidias y los miedos al rechazo.
Se construyó una capa anti estrés con la que irse a pescar estrellas, y no empleó ni un segundo más de su tiempo en recorrer ansiosa los cajones de la cocina buscando en ellos un porqué a la cotidiana desdicha de la gente.
Bajo las plantas de sus pies, nacían flores de colores diversos. A su paso, un reguero aterciopelado y precioso llenaba de luz y armonía los caminos transitados, llegaba serena y sonriente al estanque donde dormían los patos y uno a uno los iba despertando con cuentos que había inventado durante la noche expresamente para ellos.
Abrían los ojos curiosos, recorrían con ternura en la mirada la seda de sus cuerdas vocales, y se deleitaban una y otra vez durante su preciado tiempo matinal con las historias maravillosas de castillos y tiranos que contaba Olvido como si cantara.
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