Estando en la sala del dentista Philippe Petit queda fascinado por una imagen en una revista. De cualquier forma se tiene que hacer con esa página para poder llevarla consigo. Disimuladamente tose y aprovecha el ruido para arrancar rápidamente la hoja, la esconde en un bolsillo y sale apresurado de la sala. Esa imagen le acompañará durante toda su vida.
La foto que el funanbulista francés Petit lleva consigo durante toda la vida muestra el proyecto de las Torres Gemelas, todavía en construcción. Philippe no parará hasta conseguir caminar entre lo más alto de esas dos torres.
Así es como comienza Man on Wire, la narración de la fabulosa odisea de este personaje circense por caminar en lo más alto. El documental dirigido por James Marsh ganó en 2009 el Oscar al mejor largo documental, además del Gran Premio del Jurado y el Premio de la Audiencia al mejor documental en Sundance en 2008 y el BAFTA a la mejor película británica, entre otros galardones. No es de extrañar porque esta cinta nos cuenta una historia apasionante, verdaderamente emotiva y capaz de hacer saltar una lagrimita de emoción incluso al más duro de los duros.
Entre el género documental y el thriller, el film tiene la capacidad única de narrar un hecho, ya de por si fascinante, con sus toques de romanticismo, pero también de pasión casi suicida, de forma trepidante, al más puro estilo de las películas de grandes atracos y persecuciones entre el poli y el caco.
Hay dos historias dentro de la propia narración, la primera la entrada a las Torres que finalizada con el protagonista colgado en la cuerda floja –por una vez literalmente-, y la segunda en la que presentan a los personajes y se realiza un recorrido por la vida de Philippe y la preparación del plan.
En un momento Philippe llega a obsesionarse con la películas de robos, de policías y ladrones, lo que justifica el estilo del documental, que presenta la épica aventura, desde el idealismo de los personajes del cine negro, de los grandes asaltadores, realizando una comparación con las actividades delictivas, pero con un fondo artístico, así como los gángsters eran humanizados del cine, convertidos casi en héroes.
La película presenta momentos de la preparación del evento, que dura 6 años, y muestra fotografías del paseo, así como la reconstrucción de los hechos (con el actor Paul McGill en el papel de Petit) y entrevistas actuales a los participantes. Con la mezcla de los elementos el director consigue crear un ritmo de constante crescendo, para llegar al final, de una apoteosis absolutamente orgásmico y con un final muy cinematográfico en el que el final de los personajes es irremediablemente trágico de una forma muy francesa, claro está.
Aquí podéis ver el documental (o como no hacer justicia a una película) y un fragmento del documental en inglés (sin sutítulos):
La foto que el funanbulista francés Petit lleva consigo durante toda la vida muestra el proyecto de las Torres Gemelas, todavía en construcción. Philippe no parará hasta conseguir caminar entre lo más alto de esas dos torres.
Así es como comienza Man on Wire, la narración de la fabulosa odisea de este personaje circense por caminar en lo más alto. El documental dirigido por James Marsh ganó en 2009 el Oscar al mejor largo documental, además del Gran Premio del Jurado y el Premio de la Audiencia al mejor documental en Sundance en 2008 y el BAFTA a la mejor película británica, entre otros galardones. No es de extrañar porque esta cinta nos cuenta una historia apasionante, verdaderamente emotiva y capaz de hacer saltar una lagrimita de emoción incluso al más duro de los duros.
Entre el género documental y el thriller, el film tiene la capacidad única de narrar un hecho, ya de por si fascinante, con sus toques de romanticismo, pero también de pasión casi suicida, de forma trepidante, al más puro estilo de las películas de grandes atracos y persecuciones entre el poli y el caco.
Hay dos historias dentro de la propia narración, la primera la entrada a las Torres que finalizada con el protagonista colgado en la cuerda floja –por una vez literalmente-, y la segunda en la que presentan a los personajes y se realiza un recorrido por la vida de Philippe y la preparación del plan.
En un momento Philippe llega a obsesionarse con la películas de robos, de policías y ladrones, lo que justifica el estilo del documental, que presenta la épica aventura, desde el idealismo de los personajes del cine negro, de los grandes asaltadores, realizando una comparación con las actividades delictivas, pero con un fondo artístico, así como los gángsters eran humanizados del cine, convertidos casi en héroes.
La película presenta momentos de la preparación del evento, que dura 6 años, y muestra fotografías del paseo, así como la reconstrucción de los hechos (con el actor Paul McGill en el papel de Petit) y entrevistas actuales a los participantes. Con la mezcla de los elementos el director consigue crear un ritmo de constante crescendo, para llegar al final, de una apoteosis absolutamente orgásmico y con un final muy cinematográfico en el que el final de los personajes es irremediablemente trágico de una forma muy francesa, claro está.
Aquí podéis ver el documental (o como no hacer justicia a una película) y un fragmento del documental en inglés (sin sutítulos):
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