Tras las merecidas y siempre cortas vacaciones navideñas, volvemos con los estrenos para esta semana, antesala de los Globos de Oro, que se entregan este mismo domingo en Los Ángeles, y donde la película de la semana que destacamos, tiene una nominación. Hablamos de Mi nombre es Harvey Milk, cuya interpretación de Sean Penn le ha valido estar nominado a mejor actor junto a otros 'ilustres' nombres de Hollywood como Leonardo di Caprio o Brad Pitt. Lo cierto es que podríamos hablar largo y tendido de estos premios, que por si alguien no lo sabe, los entrega la Hollywood Foreign Press Association (prensa extranjera de Hollywood, por eso lo de ser más 'globales' en su concepción), y siempre suelen ser un buen termómetro para los Oscar, cuya gala ya tiene fecha (22 de febrero) y presentador (el australiano Hugh Jackman). En cualquier caso, como espacio en Planeta Cine siempre nos falta, y desde que tengo uso de razón, soy fanático de la gala de los Oscar en directo, casi que dejaremos el especial galardones para otra semana y nos dedicaremos ahora simplemente a tratar los estrenos de cartelera del momento.
Como decíamos, destacamos Mi nombre es Harvey Milk, biopic de hechuras clásicas del primer homosexual masculino declarado en un cargo político electo de la historia de los Estados Unidos. Harvey Milk fue asesinado en 1978, y no es ningún spoiler porque ya os digo que la película empieza con este hecho y el resto del metraje se desarrolla a modo de flashback. En 1984 ya se realizó un oscarizado documental con esta misma historia, pero esta vez es Gus Van Sant (director homosexual, lo que explica su implicación en el proyecto) quien lleva la batuta de una producción que estilísticamente recuerda a cintas como Philadelphia o Bobby, y se aleja de títulos menos convencionales del director como Last Days o Elephant. Y es que Van Sant es, como Richard Linklater, Gore Verbinski o Steven Soderbergh, uno de esos cineastas capaces de alternar producciones de lo más personales y 'off cinema' con alternativas de lo más comerciales. Esta interesante y emotiva película, con interpretaciones fantásticas (destacando obviamente la de Sean Penn, aunque también brillan Diego Luna o James Franco), supone la oferta más destacada de la semana, si bien para los Oscar no es la favorita, aunque de esto ya hablaremos en su debido momento.
Se estrena también Resistencia, film basado en la historia real de los hermanos Bielski, que en la Europa Oriental asediada por los nazis, pierden a su familia y deciden escapar a los bosques donde pasaron su infancia con la intención de resistir el asedio enemigo. Pronto, su conocimiento de la zona, y su valor y tesón, los convierte en unos héroes que reúnen a una pequeña comunidad/ejército de resistencia a los ataques. Película dirigida por el Edward Zwick de las recientes El último samurái o Diamante de sangre, casi especializado en este tipo de producciones, lo que asegura una buena mano tras las cámaras. Delante de ellas está Daniel Craig, en un papel bastante alejado de su James Bond, pero que le permite demostrar nuevas dotes interpretativas. Lo acompañan el siempre eficiente secundario Liev Schreiber (que fue Orson Welles en RKO 281) y Jamie Bell (el ya crecidito Billy Elliot). Una propuesta que sin duda hará las delicias de un público bastante diferente al que puede decidir pagar su entrada por Mi nombre es Harvey Milk.
De la misma forma, otro tipo de público puede decidir pagar su entrada por Cuando ella me encontró, comedia romántica escrita, dirigida y protagonizada por Helen Hunt, la ganadora del Oscar por Mejor Imposible (ese año por cierto también lo ganó Jack Nicholson, en uno de esos contados casos de película que gana actor y actriz protagonista el mismo año, ya que así de primeras me viene a la mente solamente El silencio de los corderos). Lo cierto es que los buenos papeles para las actrices maduras como Hunt escasean, por lo que no ha dudado en construirse uno para ella, adaptando el best-seller de Elinor Lipman. Le acompañan Colin Firth, Matthew Broderick y Bette Midler, en un filme algo irregular cuyos numerosísimos lastres melodramáticos concentrados en apenas dos horas afecta a su credibilidad y repercute en un cierto desdibujamiento de sus personajes y sus comportamientos. La historia de una profesora al borde de los cuarenta que al mismo tiempo que pierde a su madre adoptiva, es abandonada por su marido inmaduro, pero que acto seguido se enamora del padre de uno de sus alumnos, pero que en un 'polvo de despedida' con su ex queda embarazada, toda vez en el proceso conoce a su madre biológica, famosa presentadora de un talk-show televisivo... en fin... Demasiadas cosas para hacer consistente una propuesta que aunque funcione como libro, puede que no lo haga demasiado en la pantalla.
Atención porque se estrena la película más taquillera de la historia de Francia, como lo leéis, y con esa vítola nos llega en su cartel. Se trata de Bienvenidos al Norte, film puramente francés, hasta tal punto que esto casi convencido que no funcionará en nuestro país si no es sólo con el público francófono. Intentaré explicarlo. La película narra la historia de un empleado que es trasladado del Sur al Norte de Francia. He de deciros que existe una brecha idiomática y cultural tremenda entre estos dos extremos del país galo, que hace pensar a los del Sur que los del Norte no saben hablar y son unos bárbaros. Históricamente, a estos habitantes del Norte se les ha llamado los Ch'tis, dicen que porque en la Primera Guerra Mundial, los soldados, al pronunciar "C'est toi", decían "Ch'ti". En cualquier caso, la cinta propone un sinfín de gags basados estrictamente en confusiones terminológicas y chistes culturales, algo que incluso en Bélgica o Alemania ha llegado a funcionar pero no creo que lo haga en España. De hecho, ya os lo digo, en España se ha optado, como siempre, por doblar y no subtitular, y los ch'tis parecen unos andaluces entre borrachos, gangosos y acelerados, en uno de esos casos en los que incluso el subtitulado sería difícil. Ya veremos qué pasa con esta cinta. Yo, desde luego, me quedo con Amélie...
Y cerramos con la patada al hígado de la semana, con una de esas películas que me indignan a más no poder, y que intentaré controlarme a la hora de hablar de ella. Se trata de Quarantine, el remake (y cuando digo remake, digo exactamente "re-make") de la fantástica [Rec] de Jaume Balagueró y Paco Plaza. A ver, para quien no la viera en su momento, la propuesta de [Rec] era una suerte de cruce entre La noche de los muertos vivientes y El proyecto de la bruja de Blair. Para mí, y para un buen puñado de asistentes al Festival de Sitges donde se estrenó, la película más estremecedora y terrorífica de los últimos años. Y es que no estamos acostumbrados a ver cine de miedo que, curiosa paradoja, dé realmente miedo. La película funcionó hasta tal punto que su originalidad no pasó desapercibida y las avariciosas arcas hollywoodienses compraron la idea, como sucedió por ejemplo con la Abre los ojos de Alejandro Amenábar y, al igual que con la gran mayoría de los últimos filmes orientales de terror, la maquinaria norteamericana de apresuró a pasar los hechos desde el piso de Barcelona, a uno en Los Ángeles, y sustituir a Manuela Velasco (Goya a la actriz revelación ese año) por Jennifer Carpenter. Uno suele querer autoconvencerse de que los remakes americanos no son del todo desdeñables si acrecentan una idea con un mayor presupuesto u occidentalizan la propuesta para adaptarla o modificarla. Lo que a uno le enciende es que la película se haya clonado, absolutamente, plano por plano, y que las 2-3 escenas añadidas sean en pos de maximizar la violencia gratuita y que, encima, el excelente final haya sido desvirtuado por completo. Es un tema del que me encantaría debatir pero no tenemos el espacio ni el tiempo para ello, pero es que está claro que, si el público norteamericano no lee subtítulos, y la industria no dobla, la única manera de introducir películas es rehaciéndolas nuevamente... Sólo una cosa os pido, si queréis ver Quarantine, hacedlo por favor después de haber visto [Rec], no a la inversa, pues el colmo sería que Quarantine os pareciera excelente (que lo es) sin reconocer que TODO el mérito es, por una vez, del cine español.
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