martes, 16 de diciembre de 2008

Viaje a ninguna parte

Por Toni F.

Dicen los entendidos que todo viaje contiene una historia, que esa y no otra es la verdadera esencia del viaje. En realidad, sin una historia que contar todos los recuerdos sobre aquella aventura vivida lejos de casa acabarían diluyéndose en la memoria con el irremediable paso del tiempo, como si en el fondo nunca hubiera habido viaje.

Ya lo decían los latinos: vivir no es necesario, navegar sí. Y a veces para viajar, dejar que nuestra imaginación navegue por los océanos de la emoción y la fantasía, no hace falta subirse a un avión, a un barco o a una bicicleta. Lo importante es ponerle ganas y disponer de un espíritu aventurero.

En ocasiones podemos transportarnos a otros mundos, escenarios remotos para todos accesibles, con la simple lectura de un libro. Porque viajar, navegar y leer significan lo mismo. Es la imaginación la que nos mantiene vivos; ella y no otra es la fuente inagotable de la eterna juventud.

Hoy hablaremos de eso, de literatura de viajes, un género que en mi opinión está muy poco trabajado. Máxime cuando ya casi todos viajamos, por lo que en realidad dentro de cada uno de nosotros hay un contador de historias en potencia. Y digo poco trabajado porque hay otros –como aquel dedicado a sentimientos tan humanos como el amor- que han acabado ocupando la mayor parte de la literatura universal. Y no sólo la literatura, sino otros muchos campos del arte contemporáneo. El cine, por ejemplo, y sobre todo la música, rayando en este caso la extrema chabacanería por sobresaturación monotemática. Porque cantar al ser amado puede estar bien, pero cantarle siempre acaba resultando un auténtico coñazo. Pero bueno, esa es otra historia, porque lo importante hoy es la literatura de viajes.

Y hablando de eso podríamos citar unos cuantos libros destacados que en su día aportaron algo al panorama viajero-literario. Autores de otras lenguas como Ryszard Kapuscinski, Rebecca West, Bruce Chatwin o Paul Theroux, o los más conocidos en nuestro país como Juan Goytisolo y Paco Nadal. Pero eso sería más de lo mismo. En ese caso recomiendo al lector rebuscar en internet, en las numerosas e interesantes páginas dedicadas a ello (http://www.viatgeaddictes.com/, http://www.passplanet.com/, www.traveler-guide.net/espanol.html por citar sólo tres), en donde de paso encontraremos referencias a las revistas y librerías especializadas (Altaïr, Desnivel, Casa del Libro, etc.).

Hoy citaré a un autor, Arturo González, quien con la publicación de Sitios a donde no pienso ir: París revolucionó el mundo de los libros de viajes, pues era capaz de llevarnos de viaje sin viajar. De hecho, construye su relato a base de prejuicios que hace teorías y que justifican de malos modos su repulsión al lugar de destino. Se trata, en suma, de algo diferente, original y gamberro. Algo que vale la pena leer. Y para quien aún le queden fuerzas después de este, otros dos títulos del mismo autor: Puerto Rico: yo estuve allí y Extravío con mozzarella. Todo parecido con la realidad es pura ficción. ¡Bon voyage!

1 comentarios:

Sense Traça dijo...

Vaya... interesantes recomendaciones ahora que estamos en época de hacer regalos y esas cosas... interesante.