Camina despacio, sin reparar demasiado en las cosas cercanas. Las señales de tráfico y los nombres de las calles han pasado a segundo plano, a mejor vida. Hay un mundo dentro de sus pasos, un latido ténue y flácido que estimula al cerebro para que siga dando órdenes exactas y no varíe la dirección de su cuerpo ni un centímetro del recorrido impuesto.
Una selva de asfalto y semáforos la acoje entre la multitud. No te pares. O el mundo te atropellará y caerás dentro del vacío que consume. Que no se pare, me repito, y calculo el número de veces que soy capaz de estrellarme contra mis propias palabras antes de callar.
Al fondo de la espiral no hay salida. El salitre y los barcos de pesca han desaparecido en la bravura de un mar muerto. Deborados por el clima. El tedio a asolado las ciudades colmadas de historias.
Las nubes de olvido han ido acomodando sus plumas entre el follaje de edificios y en la espesura del tiempo lo han ido engullendo todo con su negra sombra.
Pasos de cebra cargados de esqueletos en movimiento, cafés sin terraza, flores sin agua, amor sin delirios, despedidas desprovistas de promesas.
Pero a lo lejos, surcando el horizonte sin vergüenza, una seductora locura dispuesta a arder, y encender con desequilibrio y estruendo entrañas dulces como paneles de abeja, con ahínco suficiente al recorrer las venas, y capacidad resolutiva para convertir todo lo que tocan en puro y excitante deseo.
2 comentarios:
Qué chulo!!!!!!!! me gusta la nueva sección
Muchísimas Gracias!!
No sabría que tipo de aceptación tendría este género.
Iremos viendo.
Un beso!
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