Buenas, malas, largas, con necesidad, con ganas, con bronca y ¿por qué no?, solo para que nuestro sentimiento de distancia sea mas corto.
Cuando extrañamos, no nos importa si hace frio, si hace calor, si está lloviendo o si está nevando, sólo queremos saber y escuchar a esa persona que nos mantiene la mente ocupada y preocupada.
Ahora si, sólo con el más mínimo sonido de su voz y de ahi a la eternidad, siempre queremos más. En principio nos decimos, si sólo pudiera escuchar su voz y es en realidad una automentira piadosa, pues con una sola pizca de su voz no nos alcanza; ni ayer, ni hoy y ni nunca.
Nuestras comunicaciones se hacen necesarias, se hacen cómplices de nuestros pensamientos y se convierten en portadoras de alivio tanto en el África, como en el Tailandia, tanto en Texas como en Praga y porqué no, en Argentina.
Que sean buenas, que no sean malas, que no sean por necesidad, y que sean sin bronca y eso sí, que nos sirvan para acercarnos cada día un poquito más.
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