Pasados ya unos días para poder tomar la necesaria distancia con lo que supuso la octuagésimoprimera gala de los Oscar, y tras la vorágine post-Penélope con la que - ya os avisé - nos ametrallaron - y aún siguen - los medios de comunicación españoles, quizás sea un buen momento para hacer un repaso a otras cuestiones con algo más de perspectiva. Dejando de lado ese primer Oscar para una actriz española, y su emotivo discurso, con esas palabras en perfecto español de Alcobendas - la de frikis norteamericanos que la habrán buscado en Google Maps -, de si se lo "merecía" o no, o de su relevancia para la historia del cine patrio, para mí el adjetivo que describió la gala fue "cantada". Digo cantada en primer lugar porque fue una declarada aproximación del musical de Broadway al escenario del Kodak Theatre. De ahí sacamos el que, para mí, fue el gran descubrimiento de la noche: un actor-sex-symbol australiano llamado Hugh Jackman, conocido sobre todo por su papel de Lobezno en X-Men, pero con ya amplia y notoria carrera en Hollywood. Este señor logró, a los diez minutos de gala, algo que yo, seguidor incondicional de la gala desde siempre, no recuerdo desde hace muchos años, y es una "standing ovation" - esto es, una ovación en pie - de todo el público por la maravillosa actuación musical que él mismo - con la inestimable colaboración de una espectacular Anne Hathaway en el papel de "Nixon" - protagonizó al inicio de la gala. Donde la anquilosada ceremonia suele colocar a cómicos célebres o presentadores chistosos de televisión, a hacer las típicas bromas, Jackman se salió con un número inolvidable que os aconsejo que no os perdáis. El mediatismo de "Pe" ha eclipsado aquí tanto ésta como otras cuestiones, pero, especialmente si domináis el idioma de Shakespare - pero si no igualmente - lo buscáis en Youtube que seguro que sí está. La segunda razón por la que "cantada" nos servía es precisamente porque ha sido una de las galas más fácilmente vaticinables de toda la Historia.
En nuestra quiniela de la semana pasada hablábamos de lo que iba a ser y lo que queríamos que fuese. Pues ahí está: un servidor - desgraciadamente para con sus preferencias personales - acertó todos los premios excepto uno, que puede considerarse la única sorpresa - y tratándose de Sean Penn ni siquiera lo es realmente - que fue el Oscar al mejor actor, en detrimento del malogrado Mickey Rourke. El resto, eso, "cantados". 8 de 10 para Slumdog Millionaire y 3 de 13 para El curioso caso de Benjamin Button. Como decíamos, hay que mirar las cosas con cierta perspectiva, y eso significa caer en la cuenta de que el extraordinario film de David Fincher va a pasar a la historia justo por las circunstancias contrarias a las que debería haberlo hecho. Sólo El color púrpura de Steven Spielberg, en 1985, y Paso decisivo de Herbert Ross en 1977, han perdido más Oscar que El curioso caso de Benjamin Button: once. En 2002, Gangs of New York de Martin Scorsese se fue de la gala en blanco tras obtener diez nominaciones. Con este particular trío se sumará la que es una de las mejores películas de la década. Paradojas de los Oscar. Sin embargo, la imagen que nos queda de este año, la más ilustrativa a mi modo de ver, no es otra que ver a A.R. Rahman, compositor indio de Slumdog Millionaire, subir en el momento final de la gala, junto a todo el equipo, a recoger el más importante Oscar - el de Mejor Película, curiosamente entregado por el Rey Midas de Hollywood a Bollywood: Steven Spielberg - y hacerlo con un Oscar en cada mano. La imagen de este desconocido, que llevaba toda su vida componiendo para Bollywood, como si los Oscar los regalaran, y ver a todo el tropel de Slumdog Millionaire - con el excéntrico pero exitoso Danny Boyle a la cabeza - con ocho Oscar, cuando hay docenas de grandes mitos del cine que nunca se han llevado ninguno (Hitchcock y Kubrick son los primeros que me vienen a la cabeza) resume a la perfección lo que esta edición de los Oscar ha supuesto para la Historia del Cine. Slumdog Millionaire costó menos de lo que cobró sólo Brad Pitt por su papel en El curioso caso de Benjamin Button, y hasta hace unos meses ni tenía distribución, e iba a lanzarse directamente al mercado doméstico sin pasar por las salas de cine. Ahora es el fenómeno de la temporada y pasará a la Historia. Desde luego no me parece una mala película, pero está a años luz de la calidad cinematográfica de El curioso Caso de Benjamin Button, e incluso es inferior a otras nominadas como The reader, Wall·e o Revolutionary Road, pero, desde luego, si algún adjetivo la define, y eso es incontestable, es que se ha convertido en una película sumamente eficaz.
Muchas otras cosas se podrían comentar de la gala, muchas. Pero esta semana andamos mal de tiempo para abarcarlas todas. Lo comentamos, si lo deseáis, precisamente, en los comentarios.
Por otra parte, se estrenan esta semana dos destacadas segundas partes: La pantera Rosa 2 y Che:Guerrilla. Ya aviso que, tras la borrachera de los últimos meses con absolutos peliculones a la estela de los Oscar, se avecinan tiempos de bajón cualitativo en los títulos a estrenar, salvo honrosísimas excepciones, como Gran Torino, de la que hablaremos largo y tendido la semana que viene.
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